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viernes 22 noviembre 2024



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La vela al tercio


La vela al tercio proviene originalmente de la vela cuadra; di-fiere de esta última por haber adquirido una forma trapezoi- dal y por estar sujeta al mástil en el tercio de la longitud de la verga, en lugar de estarlo en el medio como es el caso de la vela cuadra. La vela al tercio fue desarrollada con el ob-jeto de desplazar el centro vélico a popa de la embarcación, para favorecer la navegación en ceñida o hacia el viento. Es un tipo de vela que se sitúa entre la vela cuadra y la vela latina triangular, combinando las ventajas de cada una sin sufrir excesivamente sus inconvenientes. La vela al tercio fue ex-tensivamente utilizada en el Golfo de Bizkaia y su periferia, y los expertos ubican su origen en la costa vasca. Este aparejo no se implantó en los barcos de altura, y predominó casi exclusivamente entre las embarcaciones menores por lo menos desde el siglo XVI.

Modelo de trainera con las velas al tercio.
Modelo de trainera con las velas al tercio. © José Lopez
Distribución de los diferentes tipos de velas. Vela latina en el
Mediterráneo, vela cuadra en el norte, más allá del Canal de la
Mancha, y vela al tercio en el Golfo de Bizkaia.
Distribución de los diferentes tipos de velas. Vela latina en el Mediterráneo, vela cuadra en el norte, más allá del Canal de la Mancha, y vela al tercio en el Golfo de Bizkaia. © José Lopez

Batel handia Basanoaga navegando en ceñida. La construcción
de réplicas de embarcaciones tradicionales está permitiendo
redescubrir la manera de navegar a vela de los pescadores vascos
de antaño.
Batel handia Basanoaga navegando en ceñida. La construcción de réplicas de embarcaciones tradicionales está permitiendo redescubrir la manera de navegar a vela de los pescadores vascos de antaño. © José Lopez

Chalupa ballenera Beothuk navegando en empopada en la
costa oeste de Terranova. El estudio arqueológico realizado en el
pecio de la chalupa del siglo XVI, de Red Bay, sugiere que estas
embarcaciones vascas eran ya aparejadas con velas al tercio.
Chalupa ballenera Beothuk navegando en empopada en la costa oeste de Terranova. El estudio arqueológico realizado en el pecio de la chalupa del siglo XVI, de Red Bay, sugiere que estas embarcaciones vascas eran ya aparejadas con velas al tercio. © José Lopez

Un estudio comparativo de las embarcaciones vascas a vela nos indica que, hasta el segundo tercio del siglo XIX, el borde superior de las velas era horizontal. Posteriormente éste tiende a alzarse, posiblemente por influencia de las grandes lanchas boniteras de cubierta estanca. Este tipo de cubierta, impuesto por las au-toridades de Marina, dificultaba poder regular la inclinación hacia popa del palo mayor. El mástil acabó siendo colocado verticalmente; para compensar el consiguiente desplazamiento a proa del centro vélico se procedió a alzar considerablemente la verga, obteniendo una vela más aerodinámica para los vientos contrarios.

Un estudio comparativo de las embarcaciones vascas a vela
nos indica que, hasta el segundo tercio del siglo XIX, el borde superior
de las velas era horizontal. Posteriormente éste tiende a alzarse,
posiblemente por influencia de las grandes lanchas boniteras
de cubierta estanca. Este tipo de cubierta, impuesto por las
au-toridades de Marina, dificultaba poder regular la inclinación
hacia popa del palo mayor. El mástil acabó siendo colocado verticalmente;
para compensar el consiguiente desplazamiento a proa
del centro vélico se procedió a alzar considerablemente la verga,
obteniendo una vela más aerodinámica para los vientos contrarios.
Lemak. © José Lopez
Un estudio comparativo de las embarcaciones vascas a vela
nos indica que, hasta el segundo tercio del siglo XIX, el borde superior
de las velas era horizontal. Posteriormente éste tiende a alzarse,
posiblemente por influencia de las grandes lanchas boniteras
de cubierta estanca. Este tipo de cubierta, impuesto por las
au-toridades de Marina, dificultaba poder regular la inclinación
hacia popa del palo mayor. El mástil acabó siendo colocado verticalmente;
para compensar el consiguiente desplazamiento a proa
del centro vélico se procedió a alzar considerablemente la verga,
obteniendo una vela más aerodinámica para los vientos contrarios.
© José Lopez

Un estudio comparativo de las embarcaciones vascas a vela
nos indica que, hasta el segundo tercio del siglo XIX, el borde superior
de las velas era horizontal. Posteriormente éste tiende a alzarse,
posiblemente por influencia de las grandes lanchas boniteras
de cubierta estanca. Este tipo de cubierta, impuesto por las
au-toridades de Marina, dificultaba poder regular la inclinación
hacia popa del palo mayor. El mástil acabó siendo colocado verticalmente;
para compensar el consiguiente desplazamiento a proa
del centro vélico se procedió a alzar considerablemente la verga,
obteniendo una vela más aerodinámica para los vientos contrarios.
© José Lopez
Un estudio comparativo de las embarcaciones vascas a vela
nos indica que, hasta el segundo tercio del siglo XIX, el borde superior
de las velas era horizontal. Posteriormente éste tiende a alzarse,
posiblemente por influencia de las grandes lanchas boniteras
de cubierta estanca. Este tipo de cubierta, impuesto por las
au-toridades de Marina, dificultaba poder regular la inclinación
hacia popa del palo mayor. El mástil acabó siendo colocado verticalmente;
para compensar el consiguiente desplazamiento a proa
del centro vélico se procedió a alzar considerablemente la verga,
obteniendo una vela más aerodinámica para los vientos contrarios.
© José Lopez

Un estudio comparativo de las embarcaciones vascas a vela
nos indica que, hasta el segundo tercio del siglo XIX, el borde superior
de las velas era horizontal. Posteriormente éste tiende a alzarse,
posiblemente por influencia de las grandes lanchas boniteras
de cubierta estanca. Este tipo de cubierta, impuesto por las
au-toridades de Marina, dificultaba poder regular la inclinación
hacia popa del palo mayor. El mástil acabó siendo colocado verticalmente;
para compensar el consiguiente desplazamiento a proa
del centro vélico se procedió a alzar considerablemente la verga,
obteniendo una vela más aerodinámica para los vientos contrarios.
© José Lopez
Un estudio comparativo de las embarcaciones vascas a vela
nos indica que, hasta el segundo tercio del siglo XIX, el borde superior
de las velas era horizontal. Posteriormente éste tiende a alzarse,
posiblemente por influencia de las grandes lanchas boniteras
de cubierta estanca. Este tipo de cubierta, impuesto por las
au-toridades de Marina, dificultaba poder regular la inclinación
hacia popa del palo mayor. El mástil acabó siendo colocado verticalmente;
para compensar el consiguiente desplazamiento a proa
del centro vélico se procedió a alzar considerablemente la verga,
obteniendo una vela más aerodinámica para los vientos contrarios.
© José Lopez

Potín de finales del siglo XIX Arditurri, navegando a la altura
de Haizabia, en Hendaia. La carena de las embarcaciones vascas,
de muy poco calado y escaso plano antideriva como consecuencia
de su adaptación al remo, no es la más apropiada para navegar
contra el viento. Esta carencia está en cierta medida compensada
por un aparejo bien calculado, con su centro vélico relativamente
bajo y desplazado hacia popa.
Potín de finales del siglo XIX Arditurri, navegando a la altura de Haizabia, en Hendaia. La carena de las embarcaciones vascas, de muy poco calado y escaso plano antideriva como consecuencia de su adaptación al remo, no es la más apropiada para navegar contra el viento. Esta carencia está en cierta medida compensada por un aparejo bien calculado, con su centro vélico relativamente bajo y desplazado hacia popa. © José Lopez


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