Las autoridades militares trataron de reorganizar las defensas de la frontera francesa, de la ciudad de San Sebastián y del puerto de Pasajes nada más finalizar la III Guerra carlista. Y lo hicieron teniendo presente que tales acciones también servirían para asegurar el dominio militar del territorio en previsión de una nueva intentona bélica por parte de los carlistas.
Para estudiar estas y otras cuestiones se constituyeron entre 1876 y 1884 varias Juntas y comisiones militares. La formada en 1876 por el Cuerpo de Ingenieros tuvo por misión el estudio de la defensa de la frontera, decidiendo en 1877 la construcción de fuertes en los montes guipuzcoanos de San Marcos, Txoritokieta y Arkale, cuyos anteproyectos fueron encomendados a la Comandancia de Ingenieros de San Sebastián. Pero el resultado de su trabajo no gustó a la Superioridad. El de San Marcos fue objeto de nuevo encargo a Juan Roca que, por fin, fue aprobado en 1879.
Mientras tanto y tras dilatadas deliberaciones en los órganos superiores estratégicos, el coronel Antonio Rojí y el teniente coronel Francisco Roldán fueron comisionados en 1884 Y 1885 para verificar el estudio de la defensa del Pirineo en Gipuzkoa. Su trabajo se plasmó en el diseño de un complejo conjunto de fortificaciones constituido por tres líneas defensivas, que en la práctica quedó simplificada a ocho fuertes1. Cinco formaban un arco en torno a Irun (Guadalupe, S. Enrique, Arkale, Belitz, Erlaitz y San Marcial) y otros dos (San Marcos y Txoritokieta), más retrasados, podrían ser utilizados en la defensa de San Sebastián y del puerto de Pasajes. De todos ellos sólo fueron construidos los de San Marcos (1888), Txoritokieta (1890) y Guadalupe (1900), comenzándose las obras de Erlaitz, paralizadas en su fase inicial en 1892.
La estructura de los fuertes del Campo Atrincherado de Oiartzun es muy parecida a la que caracterizó a los de la primera época del sistema Séré de Rivières. Podrían describirse sucintamente como fortificaciones poligonales, dotadas de foso flanqueado por caponeras. El acceso se realiza con el concurso de un puente levadizo; las comunicaciones internas son parcialmente subterráneas y las piezas de artillería están situadas al aire libre protegidas por parapeto y traveses o bien por casamatas que sobresalen del resto de la fortificación. Gran parte de las dependencias (casamatas, cuarteles y polvorines) están construidas en mampostería y hormigón no armado con espesores en torno a 1-2 m, recubiertos por varios metros de tierra compactada, que teóricamente proporcionaba protección de los proyectiles artilleros enemigos.
La construcción de los fuertes seguía un proceso similar. En primer lugar era redactado el anteproyecto y posteriormente lo eran los proyectos correspondientes a las obras accesorias, que normalmente eran tres: camino de acceso a la posición, conducción de agua y campamento provisional. Finalmente era redactado el proyecto definitivo.
Los fuertes se levantaban generalmente en puntos de difícil acceso y alejados de las poblaciones, de ahí la importancia que tenía la construcción del camino de acceso. En el caso de Erlaitz fue suficiente la adecuación de la red caminera vecinal preexistente; en Guadalupe bastó con realizar un corto ramal de 200 m de longitud hasta el cercano camino a Hondarribia. San Marcos reclamó mayor atención, pues requirió la construcción de un camino militar de 6,6 Km de longitud que lo comunicase con la carretera de Francia, mientras que Txoritokieta necesitó de un ramal de 1,3 km de longitud que se escindía del ya citado camino de San Marcos.
El agua era elevada durante la obra mediante procedimientos mecánicos y almacenada en un depósito. Finalizada la misma los aljibes eran capaces de almacenar el agua de lluvia que caía en el interior del fuerte, sirviendo los blindajes de tierra como elementos filtrantes.
Los campamentos provisionales estaban constituidos por barracones destinados a albergar oficinas, almacenes, cocina, letrinas, retén de vigilancia, diversos talleres (herrería, carpintería, cantería), etc.
Los anteproyectos contenían suficientes precisiones como para comenzar en base a ellos los trabajos. De hecho, el fuerte de San Marcos no contó con proyecto definitivo (firmado por Luis Nieva) hasta 1888, varios días después de su inauguración. Por esta causa tuvieron importancia los proyectos provisionales o anteproyectos firmados por Pedro Lorente (1878), Juan Roca (1879 y 1881) y José Brandis (1884), descartados por diversas deficiencias o cambio de plan estratégico.
Las obras de Erlaitz comenzaron también en base al anteproyecto de Rojí y Roldán, pero fueron detenidas porque el proyecto presentado por Luis Nieva resultaba muy oneroso y no tenía en cuenta los avances de la Artillería ocurridos desde la aprobación del anteproyecto.
Los trabajos realizados en este fuerte -limitados a la excavación preliminar- ilustran perfectamente la técnica de edificación. Gran parte de las estancias (cuarteles, almacenes, etc.) debían quedar enterradas. Por ello fue preciso excavar en el terreno natural diversas cubetas (para las estancias) y trincheras (para las comunicaciones). Los estribos estaban formados por mampostería y las bóvedas por hormigón no armado recubierto de diversas capas de mampostería, piedra seca, tierra, etc.
Las baterías de artillería podían ser acasamatadas o al descubierto. Las primeras consistían en edificios abovedados que sobresalían de la altura media de la fortificación, abriéndose las cañoneras en los muros de máscara (o cierre lateral de las bóvedas). Para mitigar el impacto de los proyectiles el edificio se recubría de tierra (entre 6 y 14 m) en la que se formaban también cañoneras.
La batería acasamatada de San Marcos estaba constituida por un edificio de hormigón no armado, dotado de planta en forma aproximada de U que delimita un patio central cerrado por el cuartel de gola (expresión que designa la parte menos expuesta de la fortificación). Tiene dos pisos. El superior está formado por quince casamatas abovedadas de 14x5 m que se comunican entre sí por medio de pasos entre los estribos de 4 m de luz. En los muros de máscara se abren 19 cañoneras, si bien es cierto que ocho de ellas están cegadas por el blindaje exterior de tierra, admitiendo originariamente un total de siete cañones de 15 cm montados sobre marco bajo. Cuatro cañoneras abiertas en las dos casamatas de gola permitían la instalación de otros cuatro cañones. La planta inferior dispone de ocho estancias2.
La batería acasamatada adquiere en Guadalupe planta rectangular. Está constituida por tres pisos. El inferior (avanzado sobre el resto) constituye la continuación de la galería de escarpa. La planta intermedia, formada por nueve bóvedas, tiene función de cuartel con capacidad para 276 hombres. En su extremo oriental una bóveda adicional alberga el almacén de distribución de municiones. La planta superior incorpora la batería acasamatada propiamente dicha, formada igualmente por diez bóvedas con cañoneras en ambos extremos3. Una máscara de tierra, separada de las casamatas por un estrecho patio, precede al cuartel/baterías por la parte del sureste, pudiendo habilitarse en ellas cañoneras-túnel para disparo de los cañones de la batería acasamatada.
Las baterías al descubierto son barbetas (parapetos, sin cañoneras) que se configuran según un esquema general consistente en la existencia de un parapeto de 8-10 m de grueso que termina en talud hacia el foso. Por el interior de la fortificación el parapeto dispone en un muro de recubrimiento cuya altura varía (1,4-1,8 m) en función del tipo de artillería instalada. En el parapeto se forman cuando es preciso los denominados semicilindros entrantes, que facilitan los movimientos de la pieza artillera.
Sobre el terraplén de combate (o adarve) se construyen las explanadas donde van montadas las bocas de fuego, protegidas frontalmente por el parapeto y lateralmente por traveses. En el interior de estos últimos discurre en ocasiones un estrecho corredor que permite cruzarlos transversalmente. Desde él es posible acceder a los repuestos de munición de cada pieza.
A menor cota se encuentra generalmente el denominado terraplén de circulación o camino de servicio que se integra en la red de comunicaciones del fuerte. Está unido al terraplén de combate por rampas y a él se abren las bóvedas que disponen los traveses para abrigo de los sirvientes de las piezas y que en tiempos de paz pueden acoger las piezas de artillería (cuando éstas son móviles). Este elemento se da únicamente en algunos sectores de Guadalupe.
Todos los aspectos relacionados con las municiones están especialmente cuidados. Por lo general disponen de uno (o varios) almacenes de pólvora, dotados en algunos casos (Txoritokieta y en el proyecto de Erlaitz) de un estrecho corredor perimétrico donde desembocan los conductos de aireación y las ventanas de iluminación. Estas últimas están herméticamente cerradas mediante un cristal por el lado del almacén, lo que impedía que saltaran chispas desde la lámpara.
Los almacenes de pólvora tenían suelo de hormigón sobre el que se formaba a cierta altura un entarimado, constituyéndose entre ambos una cámara de aire convenientemente ventilada que ayudaba a evitar la dañina humedad. Las paredes de los almacenes de pólvora estaban forradas de madera desde el suelo hasta el arranque de las bóvedas.
Los fuertes incorporaban diversos almacenes (proyectiles, útiles de artillería, víveres, leña, etc.) y cuartos de carga, o estancias donde se procedía a rellenar el interior de los proyectiles con pólvora o con otros explosivos de mayor potencia. En las proximidades de los almacenes de munición existían montacargas que acercaban la pólvora y los proyectiles ya cargados a los repuestos asignados a cada pieza.
La guarnición4 asignada al fuerte de Guadalupe era de 500 hombres de Infantería y 100 de Artillería, la de San Marcos ascendía a 200 de Infantería y 50 de Artillería y la de Txoritokieta en torno a 60 hombres (aunque en el anteproyecto se llega a hablar de 200). No obstante en todos los fuertes se establecían dependencias que en caso de necesidad servían para alojamiento extraordinario, permitiendo aumentar al menos en un 50% la capacidad ordinaria.
La artillería tenía por principal misión la acción lejana, mientras que la defensa cercana, es decir el rechazo de cualquier intento de tomar el fuerte por la infantería enemiga, descansaba en la fusilería. Ésta tenía acomodo en un camino cubierto constituido por una estrecha explanada limitada por un parapeto para fusilería que se apoyaba en el glacis. Ello permitía (como en las fortificaciones modernas) disparar sobre cualquier punto del entorno próximo del fuerte5.
En San Marcos existía una segunda línea de fusilería consistente en un parapeto formado en los blindajes superiores del cuartel de gola y de la batería acasamatada. Por su emplazamiento en una montaña de considerable pendiente se consideró adecuado incorporar en el fuerte de Txoritokieta ocho trincheras de fusilería de unos 50 m de longitud situadas a distancias de entre 12 y 200 m de la contraescarpa.
Un foso rodea totalmente las fortificaciones. Tiene una anchura comprendida entre 6 y 8 metros, siendo variables sus pendientes y profundidad. Está limitado lateralmente por escarpas y contraescarpas disimétricas (la contraescarpa era más alta que la escarpa) para conseguir la desenfilada de los proyectiles enemigos. El revestimiento de las mismas era de sillarejo o mampostería poligonal (según casos).
En el fuerte de Guadalupe el muro de recubrimiento de la escarpa es sustituido por un simple talud que descansa en un murete de 1,4 m de altura sobre el que se erguía una reja metálica de 3,5 m de altura. Esta configuración responde a un intento de minimizar los impactos de las granadas-torpedo, puesto que la reja soportaba relativamente bien la acción de los nuevos proyectiles. El resto de la escarpa estaba ocupada por una galería de escarpa o conjunto de bóvedas perpendiculares al foso, comunicadas entre sí, en cuyo muro de máscara se abren diversas aspilleras que permiten disparar transversalmente hacia el foso.
La defensa del foso descansaba principalmente en baterías de flanqueo situadas en los ángulos. Las caponeras flanqueaban dos sectores de foso y las semicaponeras uno. Poseían aspilleras y matacanes para fusilería y cañoneras para ametralladoras o cañones de pequeño calibre (5,7 cm) y tiro rápido (30 disparos por minuto), capaces de disparar botes de metralla que permitían aniquilar a cualquier contingente enemigo que hubiera podido llegar hasta el foso.
La infantería ocupante del camino cubierto podía descender hasta el foso por la escaleras de contraescarpa situadas en las proximidades de algunas baterías de flanqueo y desde él acceder a éstas a través de puertas de guerra. Estas puertas están dotadas de puentes levadizos o deslizantes sobre el refosete. Con este nombre se conoce al pequeño foso que antecede en ocasiones a las caponeras y semicaponeras, cuya misión es impedir el acceso del enemigo a cañoneras y aspilleras, a la vez que sirve de receptáculo para evitar que la caída de materiales derivados del combate pudiera suponer la anulación por enterramiento de aquéllas.
El foso de Guadalupe está flanqueado por tres caponeras y dos semicaponeras, el de San Marcos por dos caponeras y una semicaponera, mientras que el de Txoritokieta no dispone de ninguna batería de flanqueo propiamente dicha, el foso es de menores dimensiones y sus paredes forman talud (3 metros en el fondo y 4 en la parte superior).
Los tres fuertes dispusieron de baterías auxiliares externas. Este tipo de fortificación estaba destinada a ser ocupada en tiempos de guerra por el ejército operativo en el Campo atrincherado (unos 40.000 soldados). Su misión se centra en complementar la artillería de los fuertes y en la defensa de sus proximidades, que en ocasiones quedaban fuera de tiro de la artillería interior. Estaban constituidas por un parapeto bajo (adecuado a las piezas de artillería de campaña) y por ello era frecuente que dispusiesen de trincheras-abrigo para los servidores de las piezas. El proyecto del fuerte de Guadalupe contemplaba la construcción de cuatro baterías auxiliares, de las que sólo una (denominada batería del Calvario) llegó a construirse. San Marcos cuenta con dos (de los Barracones y de Kutarro) y Txoritokieta con una. Por lo general disponen de un pequeño alojamiento para la tropa y repuesto de municiones.
El armamento que incorporaron los fuertes varió a lo largo de los años. El de San Marcos estuvo artillado inicialmente con Cañones de Hierro Sunchados de 15 cm y obuses de Hierro de 21 cm. Este artillado fue sustituido en 1890 por Cañones de Hierro Entubado (CHE) de 15 cm y por obuses de bronce de 21 cm. El fuerte de Txoritokieta estuvo artillado inicialmente por 6 CHE de 15 cm.
Con ocasión de los disturbios de Cuba y la Guerra Hispanoamericana de 1898, los dos fuertes fueron parcialmente desartillados y a partir de este momento fueron asignadas piezas sobre montajes móviles (es decir, sobre ruedas), salvo las destinadas a la defensa de la costa, que conservaron los montajes fijos.
El fuerte de Txoritokieta fue el primero en dejar de ser útil para el servicio militar y se intentó su venta ya en 1953. Los otros dos fuertes dejaron de prestar servicio activo6 en la década de 1970 pasando, transcurridos algunos años, a ser propiedad municipal.
Fuerte | Cota | Máxima | De seguridad | Guarnición | Observaciones |
---|---|---|---|---|---|
San Markos | 271 | 27 | 19 | 250 | Terminado en 1888 |
Txoritokieta | 310 | 7 | 6 | 60 | Terminado en 1890 |
Guadalupe | 210 | 60 | 35 | 600 | Terminado en 1900 |
Erlaitz | 508 | 20 | 16 | 311 | Paralizado en 1892 |
Belitz | 500 | 20 | 11 | 300 | Anteproyecto |
Arkale | 268 | 38 | 14 | 200 | Anteproyecto |
S. Enrike | 547 | 6 | 6 | 60 | Anteproyecto (?) |
San Marcial | 218 | 39 | 12 | 200 | Anteproyecto |
Total | 217 | 119 | 1.981 |
*.- No se ha tenido en cuenta la artillería que podría acomodarse en las baterías auxiliares ni la artillería de pequeño calibre y las ametralladoras destinadas al flanqueo de los fosos o a la defensa próxima. Volver al asterisco
2.- Las dos primeras (según se entra en el fuerte) se destinaban a cuerpos de guardia, una para mandos y otra para tropa. La tercera alberga el acceso a la batería de obuses (en escalera-rampa) y a ella siguen los almacenes de pólvora, proyectiles (ambos con sus respectivos ascensores), efectos de artillería y víveres. La octava estaba ocupada por un pabellón de oficiales. Volver al enlace de la nota 2
3.- Tienen habilitadas hacia el mar cinco cañoneras (el resto están cubiertas por el blindaje de tierra) y hacia el sur forma una batería de tiro curvo para tres morteros y tres cañoneras habilitadas en reserva. Para facilitar el traslado del municionamiento en vagonetas fue habilitada una vía de 60 cm para el transporte desde el montacargas. Volver al enlace de la nota 3
4.- Los cuarteles podían acoger únicamente a un tercio de la guarnición, puesto que se calculaba que durante el combate un tercio atendía por turnos la artillería, otro tercio se ocupaba del municionamiento y que sólo un tercio permanecía en descanso. En tiempos de paz el reducido destacamento destinado a guarda y mantenimiento de la fortificación encontraba fácil acomodo en los cuarteles. Los oficiales y el gobernador del fuerte disponían de pabellones a ellos reservados. Volver al enlace de la nota 4
5.- Para mantener despejado el glacis y que no existiera ningún elemento extraño en el que pudiera parapetarse el enemigo, se delimitaban las denominadas zonas polémicas, que podían ser hasta tres. Para cada una de ellas se dictaban dictaba una serie de normas que limitaban las edificaciones e incluso las plantaciones de árboles en los alrededores del fuerte. Volver al enlace de la nota 5
6.- Durante algunos periodos fueron utilizados como prisión militar y únicamente entraron en combate durante los primeros meses de la Guerra Civil (1936). Volver al enlace de la nota 6