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Bertan > Bertan 18 Fortificaciones en Gipuzkoa: siglos XVI-XIX > Espainol bertsioa: Las piezas de artillería y sus proyectiles

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Las piezas de artillería y sus proyectiles

128. Bala de hierro. o bala rasa. Era posible ponerlas al rojo vivo en un hornillo, denominándose entonces 'bala roja', muy efectiva contra los navíos. Dos medias balas unidas por una cadena (balas encadenadas) eran utilizadas para desarbolar a los barcos.© Gorka Agirre
128. Bala de hierro. o bala rasa. Era posible ponerlas al rojo vivo en un hornillo, denominándose entonces 'bala roja', muy efectiva contra los navíos. Dos medias balas unidas por una cadena (balas encadenadas) eran utilizadas para desarbolar a los barcos.© Gorka Agirre
129. Bolaño o pelota de piedra, utilizada principalmente por las bombardas y primeros morteros (pedreros).© Gorka Agirre
129. Bolaño o pelota de piedra, utilizada principalmente por las bombardas y primeros morteros (pedreros).© Gorka Agirre
130. Bomba de hierro hueca para mortero. Disponían de un orificio destinado a la introducción de pólvora y en él colocaban una rudimentaria 'espoleta' que en determinado momento hacía estallar la carga interior. Los proyectiles esféricos dejaron paso a los cilindro ojivales.© Gorka Agirre
130. Bomba de hierro hueca para mortero. Disponían de un orificio destinado a la introducción de pólvora y en él colocaban una rudimentaria 'espoleta' que en determinado momento hacía estallar la carga interior. Los proyectiles esféricos dejaron paso a los cilindro ojivales.© Gorka Agirre
131. Granada para pieza de artillería de ánima rayada. La función de las bandas de forzamiento, confeccionadas de metal blando, es la de facilitar la creación en ellas de surcos que utilicen como railes las estrías del ánima con el objeto de dotar al proyectil de un movimiento alrededor de su eje. © Gorka Agirre
131. Granada para pieza de artillería de ánima rayada. La función de las bandas de forzamiento, confeccionadas de metal blando, es la de facilitar la creación en ellas de surcos que utilicen como railes las estrías del ánima con el objeto de dotar al proyectil de un movimiento alrededor de su eje. © Gorka Agirre
132. Granada de cañon Whitworth (s. XIX). Los carlistas adquirieron en la última guerra carlista 70 cañones de este tipo cuyos proyectiles recibieron por su curiosa forma la denominación de pepinos y de pepinazo su efecto. Desde la batería de Benta-Zikin (Usurbil) se lanzaron gran número de ellos sobre Donostia-San Sebastián.© Gorka Agirre
132. Granada de cañon Whitworth (s. XIX). Los carlistas adquirieron en la última guerra carlista 70 cañones de este tipo cuyos proyectiles recibieron por su curiosa forma la denominación de pepinos y de pepinazo su efecto. Desde la batería de Benta-Zikin (Usurbil) se lanzaron gran número de ellos sobre Donostia-San Sebastián.© Gorka Agirre
133. Vista y sección de una granada de cañón Whitworth. Su sección era exagonal y contenía en su interior pólvora que explotaba gracias a una espoleta.© Martín Izagirre
133. Vista y sección de una granada de cañón Whitworth. Su sección era exagonal y contenía en su interior pólvora que explotaba gracias a una espoleta.© Martín Izagirre
134. Granada ojival. Los proyectiles esféricos dejaron paso a la diversificación del tipo de munición: bote de metralla, granadas de segmentos, de doble pared, de segmentos estrellados, incendiarias, de metralla (sharpnell), la mayor parte de ellas diseñadas con la intención de que al estallar sus fragmentos (o cascos) produjeran daños en personas, fortificaciones y otras construcciones. La granada perforante se empleó primero con cabeza roma y más tarde en forma ojival para batir las corazas de los buques de guerra y la grandada-torpedo (actual proyectil rompedor) tenía por función atravesar el blindaje de tierra de las fortificaciones, llegar hasta la obra de fábrica para destruirla gracias a un alto explosivo.© Gorka Agirre
134. Granada ojival. Los proyectiles esféricos dejaron paso a la diversificación del tipo de munición:
bote de metralla, granadas de segmentos, de doble pared, de segmentos estrellados, incendiarias, de metralla (sharpnell), la mayor parte de ellas diseñadas con la intención de que al estallar sus fragmentos (o cascos) produjeran daños en personas, fortificaciones y otras construcciones. La granada perforante se empleó primero con cabeza roma y más tarde en forma ojival para batir las corazas de los buques de guerra y la grandada-torpedo (actual proyectil rompedor) tenía por función atravesar el blindaje de tierra de las fortificaciones, llegar hasta la obra de fábrica para destruirla gracias a un alto explosivo.© Gorka Agirre
135. Bombarda de bronce de origen alemán (s. XVI). Las primeras piezas de artillería fueron de hierro forjado (s. XIV-XVI), siendo la bombarda (o lombarda) la pieza más característica. Se distinguen por estar formadas por dos partes: la recámara, que contenía la carga de pólvora y la caña (o tomba), de mayor calibre y longitud, que es la que recorría el proyectil. Ambas se unían entre sí y con el montaje por medio de cuerdas. La carga era muy trabajosa, permitiendo realizar aproximadamente 8 disparos diarios a una distancia eficaz que no sobrepasaba los 200 metros. Otras piezas más ligeras de la misma época son el pasavolante, la bombardeta, el falconete, el ribadoquín y el mosquete. © Gorka Agirre
135. Bombarda de bronce de origen alemán (s. XVI). Las primeras piezas de artillería fueron de hierro forjado (s. XIV-XVI), siendo la bombarda (o lombarda) la pieza más característica. Se distinguen por estar formadas por dos partes:
la recámara, que contenía la carga de pólvora y la caña (o tomba), de mayor calibre y longitud, que es la que recorría el proyectil. Ambas se unían entre sí y con el montaje por medio de cuerdas. La carga era muy trabajosa, permitiendo realizar aproximadamente 8 disparos diarios a una distancia eficaz que no sobrepasaba los 200 metros. Otras piezas más ligeras de la misma época son el pasavolante, la bombardeta, el falconete, el ribadoquín y el mosquete. © Gorka Agirre
136. Mortero de hierro. El mortero es una pieza de artillería de gran calibre y corta longitud que se utiliza en tiro indirecto; es decir, la trayectoria del proyectil describe una curva, a diferencia de las piezas que son de tiro directo o tenso. Su utilidad es llegar al interior de las fortificaciones pasando por encima de las murallas o disparar sobre blancos no vistos (por ejemplo en la cara oculta de las montañas). Está formado por una sola pieza de hierro o bronce dividida interiormente en recámara (donde se coloca la pólvora) y caña La primera es mucho más corta y de menor calibre que la segunda.© Gorka Agirre
136. Mortero de hierro. El mortero es una pieza de artillería de gran calibre y corta longitud que se utiliza en tiro indirecto;
es decir, la trayectoria del proyectil describe una curva, a diferencia de las piezas que son de tiro directo o tenso. Su utilidad es llegar al interior de las fortificaciones pasando por encima de las murallas o disparar sobre blancos no vistos (por ejemplo en la cara oculta de las montañas). Está formado por una sola pieza de hierro o bronce dividida interiormente en recámara (donde se coloca la pólvora) y caña La primera es mucho más corta y de menor calibre que la segunda.© Gorka Agirre
137. Cañón de hierro. Entre los s. XVI-XVII se difunde el uso de la culebrina (larga y de poco calibre) que por sus características no servía para batir las fortificaciones. Por ello en el primer cuarto del s. XVI surge el cañón, dotado de menor longitud pero mayor calibre. Ambos están formados por una sola pieza y se cargan por la boca. Se fabricaron de bronce o de hierro fundido y disponen de muñones que permiten el movimiento vertical de la pieza sobre la cureña. Muchos de ellos poseen dos asas que facilitan su manejo. El 'calibre' de las piezas se definía hasta mitad del s. XIX no por los centímetros del diámetro de la boca, sino por las libras de peso de la bala de hierro macizo que utilizaban. El alcance eficaz era de 400 m para las culebrinas y de 300 m para los cañones. En el s. XVIII la artillería normaliza la complicada tipología hasta entonces vigente, surgiendo la denominada artillería de ordenanza, que unificó notablemente tal diversidad.© Juan Antonio Sáez
137. Cañón de hierro. Entre los s. XVI-XVII se difunde el uso de la culebrina (larga y de poco calibre) que por sus características no servía para batir las fortificaciones. Por ello en el primer cuarto del s. XVI surge el cañón, dotado de menor longitud pero mayor calibre. Ambos están formados por una sola pieza y se cargan por la boca. Se fabricaron de bronce o de hierro fundido y disponen de muñones que permiten el movimiento vertical de la pieza sobre la cureña. Muchos de ellos poseen dos asas que facilitan su manejo. El 'calibre' de las piezas se definía hasta mitad del s. XIX no por los centímetros del diámetro de la boca, sino por las libras de peso de la bala de hierro macizo que utilizaban. El alcance eficaz era de 400 m para las culebrinas y de 300 m para los cañones. En el s. XVIII la artillería normaliza la complicada tipología hasta entonces vigente, surgiendo la denominada artillería de ordenanza, que unificó notablemente tal diversidad.© Juan Antonio Sáez
138. Obús de bronce de 21 cm, carga por la culata y ánima rayada modelo 1885 sobre afuste 'Seraing' con un alcance de 6.000 m. El obús es una pieza de artillería intermedia entre el cañón y el mortero, preparada por lo tanto para tiro indirecto. A partir de la segunda mitad del s. XIX las piezas de artillería se fabrican con el ánima rayada, lo que les confiere mayor exactitud y alcance. Necesitando soportar cada vez mayores presiones y desgaste del ánima se emplean nuevos materiales (bronce comprimido, acero) o nuevas formas de fabricación: sunchado (refuerzo mediante anillos metálicos) (véase ilustración n. 192) y entubado (utilización de materiales más resistentes en las zonas sometidas a mayor desgaste) (véase ilustración n. 188). La rapidez de tiro aumenta al ser cargados por la culata y provistos de diversos mecanismos (freno y recuperador) tendentes a minimizar el retroceso. © Juan Antonio Sáez
138. Obús de bronce de 21 cm, carga por la culata y ánima rayada modelo 1885 sobre afuste 'Seraing' con un alcance de 6.000 m. El obús es una pieza de artillería intermedia entre el cañón y el mortero, preparada por lo tanto para tiro indirecto. A partir de la segunda mitad del s. XIX las piezas de artillería se fabrican con el ánima rayada, lo que les confiere mayor exactitud y alcance. Necesitando soportar cada vez mayores presiones y desgaste del ánima se emplean nuevos materiales (bronce comprimido, acero) o nuevas formas de fabricación:
sunchado (refuerzo mediante anillos metálicos) (véase ilustración n. 192) y entubado (utilización de materiales más resistentes en las zonas sometidas a mayor desgaste) (véase ilustración n. 188). La rapidez de tiro aumenta al ser cargados por la culata y provistos de diversos mecanismos (freno y recuperador) tendentes a minimizar el retroceso. © Juan Antonio Sáez
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