Los sucesivos cambios tecnológicos así como el desarrollo de diferentes actividades irán modificando las formas de vida a lo largo de este milenio. Muchas de estas transformaciones se reflejan en los materiales, algunos de ellos novedosos, que se fabricarán con soportes diversos. Esta evolución estará basada tanto en la importación de determinados objetos o en su imitación, si bien este proceso no será uniforme, produciéndose tendencias diferenciadoras, que muchas veces no suelen resaltarse, dando la sensación de que nos hallamos ante una cultura homogénea.
Nos encontramos ante sociedades en las que la mayor parte de los ajuares, no excesivamente ricos, están en relación con actividades de tipo agrícola y ganadero; algunos de estos materiales han llegado hasta nosotros distribuidos en el interior de las viviendas o en sus proximidades, hecho éste que ayuda considerablemente a la hora de reconstruir la estructuración del espacio en estas áreas.
Molinos de piedra barquiformes y circulares se utilizarán para triturar cereales, bellotas u otros productos, no necesariamente alimenticios, en el interior de las viviendas o en sus cercanías. Cantos rodados de diferentes tamaños se emplearán como percutores o alisadores e, incluso, tras su introducción en el fuego servirán para calentar líquidos en recipientes de madera. La industria de sílex, frente a lo que sucedía en etapas anteriores, es ya bastante escasa.
Disponemos en la actualidad de molinos barquiformes procedentes de los poblados de Intxur y Basagain, además de uno circular de este último yacimiento. De la misma manera, abundan los cantos con huellas evidentes de haber sido empleados para triturar o moler, ya que presentan un pulido muy característico de su superficie; otras marcas dejan claro que han servido como percutores. Se han encontrado ejemplares en los recintos de Buruntza, Basagain, Intxur y Munoaundi, todos ellos excavados o en curso de excavación.
La cerámica está ampliamente representada en este período, siendo la mayor parte de los hallazgos recipientes fragmentados. Fabricarán, en talleres de ámbito doméstico o local, un variado número de piezas en un principio a mano, decorándolas en ocasiones con cordones, digitaciones, ungulaciones e incisiones. Las vasijas, generalmente de fondos planos, son en unos casos de tamaño pequeño o mediano, a las que podríamos llamar de cocina, mientras que en otros adquieren grandes dimensiones, sirviendo como contenedores de líquidos o alimentos (agua, granos, frutos, etc.). A pesar de la notable variedad tipológica, son frecuentes las formas suaves en S y esporádicamente troncocónicas, con predominio de cuellos abiertos o con tendencia a abrirse. No resulta fácil describir el tratamiento dado a sus superficies debido al mal estado en que han llegado hasta nosotros la mayor parte de estos restos cerámicos, aunque parece que en la mayoría de los casos han sido simplemente alisadas y excepcionalmente bruñidas.
Este tipo de vasijas está formado por pastas que han sufrido un fuerte proceso postdeposicional que ha afectado de manera importante a su consistencia y conservación, al haberse disuelto totalmente los desgrasantes de calcita que dan solidez a la pasta cerámica. Se advierte una cuidada selección del material utilizado, habiéndose recogido la arcilla en lugares no muy alejados de los poblados, a distancias que oscilan entre uno y ocho kilómetros. Estas piezas pudieron haber sido cocidas a temperaturas entre 600 y 750º C, en hoyos practicados en la tierra ya que las cocciones predominantes son de tipo reductor y muy irregular, apreciándose en ocasiones las huellas del contacto directo con las llamas. Existen, no obstante, algunas cerámicas de cocción de final oxidante que pudieran haber sido fabricadas en hornos muy simples. (C. Olaetxea, 2000).
Los poblados de Buruntza, Basagain, Intxur y Munoaundi principalmente, han permitido recuperar miles de fragmentos de vasijas fabricadas a mano. Destacan los grandes recipientes decorados con cordones digitados de Buruntza e Intxur y piezas de tamaño pequeño y mediano, muchas de ellas así mismo decoradas.
Rebasada ya la primera mitad del milenio aparece en algunos yacimientos (Basagain, Moru y Munoaundi) un tipo de cerámica de mejor calidad, fabricada a torno y denominada generalmente como celtibérica, que presenta un color rojo-naranja y con la que elaboran desde pequeñas piezas de paredes finas con escasos milímetros de grosor hasta recipientes de considerable tamaño para almacenar productos. Sin embargo, en todos los casos que conocemos, esta cerámica es minoritaria con respecto a la fabricada a mano. Llaman la atención algunos fragmentos de pequeños cuencos, de paredes muy delgadas, con borde exvasado y fondo umbilicado, hallados en el poblado de Basagain. Así mismo, hay que destacar algunos fragmentos de bordes engrosados con molduras pertenecientes a grandes vasijas hallados en las excavaciones de Basagain y Munoaundi.
Por lo que se refiere a los objetos de metal, éstos ya se venían realizando desde períodos anteriores dentro de nuestro territorio. En esta época el bronce continúa produciéndose y con él diferentes piezas, pero rebasada ya la mitad del primer milenio tendrá lugar una de las grandes transformaciones del período: el inicio de la metalurgia del hierro. En este metal se van a elaborar toda una serie de objetos, tanto para ser utilizados en la construcción de viviendas y estructuras diversas como para disponer de herramientas en las actividades agrícolas y ganaderas, así como para obtener armamento. Hoces, rejas de arado, cuchillos, regatones, grapas o clavos se fabricarán a partir de ahora en hierro, quedando el bronce para la realización de objetos de adorno tales como colgantes, pulseras, fíbulas u otras piezas.
El hallazgo de escorias en el interior de los poblados nos indica que algunas de estas piezas se fabricarán dentro de los propios recintos, si bien en otros casos podrían provenir de relaciones comerciales con otras gentes.
Entre los materiales más significativos de bronce hallados en los yacimientos guipuzcoanos excavados hasta la fecha destacan una pesa y una fíbula de torrecilla, ambas del poblado de Munoaundi. En hierro, sobresalen objetos como la hoz conservada en su integridad en el interior de una de las viviendas de Intxur, la reja de arado de Basagain y una serie de cuchillos, clavos y grapas recuperados en la mayor parte de los recintos excavados.
La madera es una materia prima abundante y utilizada tanto para construir viviendas, cercas o defensas como para, mediante su combustión, proporcionar luz y calor. Con ella también se han fabricado desde los comienzos de la Prehistoria diferentes objetos; sin embargo la difícil conservación de este material hace que apenas nos queden testimonios de ellos. No obstante disponemos de numerosos restos, algunos de los cuales nos permiten apreciar cómo se han obtenido tablas de determinados grosores para ser utilizadas en la construcción, conservando incluso, como sucede con dos ejemplares del poblado de Intxur, un agujero de clavo y una cuña. Por otra parte, en el poblado navarro del Alto de la Cruz se hallaron varios fragmentos de vasos de madera que reproducen una forma habitual en la cerámica de este lugar, labrados con gran perfección. Igualmente se encontraron restos carbonizados de lo que sería un recipiente de boca ancha con agujeros alrededor del borde y que J. Maluquer de Motes relaciona con los vasos de madera utilizados para cuajar la leche en el Pirineo Vasco.
(J. Maluquer de Motes, 1954). El hallazgo en algunos yacimientos de una serie de instrumentos como berbiquíes, escofinas y azuelas corroboran el trabajo de la madera, probablemente de forma habitual en esta época.
La localización de piezas de pasta vítrea nos pone en contacto con un material poco común y probablemente de origen foráneo. Aunque ya se conocía su utilización en etapas anteriores, ahora se hace más frecuente en forma de cuentas de collar o pulseras, básicamente de color azul, en ocasiones ricamente decoradas (Intxur y Basagain). Obtenida la materia prima a partir de sílice, cal y óxidos alcalinos a los que se añade otra serie de minerales en pequeñas proporciones, se fabrica mediante el fundido a más de 1200º. La diferente gama de colores se obtendrá añadiendo una serie de componentes como metales coloidales, óxidos metálicos y sales.