Tras la elección del lugar considerado adecuado para establecerse construyen una serie de estructuras defensivas de considerables dimensiones con las que proteger la superficie en la que levantarán sus viviendas y, en ocasiones, ubicarán campos de cultivo y pastos para el ganado.
Utilizando piedra y tierra, además de madera, delimitarán espacios de diferente superficie mediante la construcción de murallas, fosos y terraplenes que de forma muchas veces espectacular han llegado hasta nuestros días. Frecuentemente estas defensas rodean el recinto, pudiendo incluso presentar líneas paralelas de muralla o de foso. En los casos en que el lugar elegido para ubicar el poblado esté ya defendido en parte de forma natural, completan su cierre con estructuras arduamente levantadas por sus pobladores. El desarrollo de las murallas llega a alcanzar en el poblado de Intxur una longitud superior a los 1.500 metros.
El trazado de estas obras y su ejecución debió requerir de especialistas en este tipo de trabajos además de una organización colectiva desarrollada y una considerable dedicación de tiempo. Sin embargo, en la actualidad no se sabe con certeza si su única función era la de defenderse frente a posibles enemigos; el carácter monumental de estas construcciones podría reflejar también algún tipo de poder o prestigio ante otras gentes de territorios próximos o lejanos.
Los fosos están presentes de forma destacada en el poblado de Intxur, en donde llegan a alcanzar en algunos puntos hasta cuatro metros de profundidad, y un desarrollo total de 650 m, rodeando por su base las dos cumbres del monte.
Las murallas están, por lo general, formadas por dos lienzos constituidos por piedras de diverso tamaño colocadas a seco, mientras el interior está relleno de cascajo y tierra. Alcanzan entre 2 y 2,5 m de anchura y su altura puede calcularse en algunos casos en 2 m a los que habría que añadir posibles levantes de madera que harán más efectiva la defensa. En ocasiones, aprovechan afloramientos rocosos para insertarlos en el trazado defensivo (Intxur, Buruntza) disminuyendo de ese modo parte del trabajo de construcción a la vez que consiguen una mayor solidez de la obra. En todos los casos parece existir una preparación previa del terreno de la zona en la que se va a levantar la muralla con el fin de que ésta adquiera una mayor solidez y, así, evitar derrumbes facilitados en muchos casos por las fuertes pendientes de estos montes.
No resulta fácil determinar los lugares de entrada a estos recintos. Las puertas abiertas en las murallas aparecen en su mayor parte desdibujadas por el paso de los años, requiriéndose para su localización prolongados trabajos de excavación en estas estructuras. Su ubicación sin embargo está íntimamente ligada tanto al tipo de relieve que se pretende proteger como al diseño de la propia defensa.