Las parroquias de Gipuzkoa que contaban con medios suficientes, emplearon sus excedentes en fabricar hermosos canceles, que les protegerían de las inclemencias en los fríos días de invierno. En algunos casos estas obras de madera se reducían a simples puertas que cerraban el hueco principal de acceso, pero otras veces se invertía en obras de gran ornato, compuestas por una recia estructura, en la que se integran una puerta central y dos laterales, cerradas por una cubierta abovedada o techo. Sus formas en planta suelen ser variadas, aunque generalmente adoptan con frecuencia la cuadrangular, trapezoidal u octogonal alargada. Estas piezas se presupuestaban y se pedía permiso al Obispado para efectuarlas como si se tratase de un edificio, atendiendo a su arquitectura, ensamblaje y adornos. También se tenía en cuenta el material, que solía ser de maderas de calidad, roble y castaño generalmente; subrayándose que fuera bien escogida, ensamblándose siguiendo la veta y cortándose sus molduras a inglete. Resulta de verdadero interés su aparato ornamental por su riqueza de talla y su finura en la ejecución, pues se cuenta en Gipuzkoa con maestros carpinteros de gran calidad como Domingo de Laca y Domingo de Pellón vecinos de Mutriku, que ejecutaron el cancel de Deba en 1770; o Francisco de Echenagusia que realizó los de Errezil según el diseño preparado en 1743 por Francisco de Ibero. También hubo en esta especialidad artífices destacados, llegados de Santander pero integrados durante muchos años en la Provincia, como Lucas de Camino, que llevó a cabo gran número de obras en madera y construyó el cancel de la Iglesia de Azkoitia, diseñado por el arquitecto Ignacio de Ibero en 1761 y el de Mutriku que no se ha conservado.
Contamos igualmente con arquitectos de retablos como el tolosano José Ignacio Lavi, que también dedicaban parte de su actividad a diseñar y ejecutan estas pequeñas construcciones. De él se conservan los canceles de la Iglesia de Santa María de Tolosa elaborados en 1754; de los que presentó dos diseños a los patronos de la Parroquia, para que escogiesen el que les agradase más. Afortunadamente en este dibujo se puede distinguir perfectamente la traza elegida, pues coincide con el cancel que hoy está en uso. Respecto al tiempo que se tardaba en fabricar hay que decir que era variable; dependiendo de la envergadura de la manufactura, podía oscilar entre seis meses o un año. Las labores decorativas de estas obras de arte se relacionan con las de los edificios y retablos, pero en este caso la riqueza decorativa solía ser mayor. Se incluyen en los montantes de las puertas espléndidos casetones o cuarterones de formas geométrica y panelados de finos perfiles curvados; contienen adornos a base de incisiones, bolas y guirnaldas de elementos vegetales o florales; culminando los conjuntos como si fueran edificios, con balaustradas, frontones o esculturas.