Tras años de desinversión en el transporte público ferroviario, a finales de loa años ochenta se inicia un significativo cambio de tendencia. Comienza la paulatina renovación de las vías férreas de Euskadi, y así, los trenes que hasta entonces prestaban servicio, algunos con más de sesenta años a sus espaldas, alcanzan el merecido descanso.
Parecía inevitable que el destino de estas unidades, ya históricas, sería el desguace, pero la creciente sensibilización de las instituciones respecto al valor patrimonial de estos trenes, movieron al Departamento de Transportes y Obras Públicas del Gobierno Vasco a dar, en 1.989, los primeros pasos encaminados a la creación del Museo Vasco del Ferrocarril.
Tras la realización previa de un inventario, en el que quedó reflejado el valiosísimo patrimonio ferroviario existente en Euskadi, el cual, por sí sólo, justificaba la creación de un museo, se procedió a buscar la sede adecuada. La elección recayó sobre la antigua estación de Azpeitia, en la que existían amplios terrenos disponibles, aspecto fundamental en un museo de estas características. En Azpeitia se unían además otros elementos de interés como era la existencia de unos edificios ferroviarios de gran valor estético y arquitectónico, así como la presencia del antiguo taller de mantenimiento del ferrocarril del Urola, el cual se conservaba en su estado original de principios de siglo. Por otra parte no hay que olvidar que Azpeitia y el cercano Santuario de Loiola son una de las zonas de mayor atractivo turístico de Euskadi.
En 1.990 se inician las obras de la primera fase del Museo, así como la restauración de las primeras piezas. También se habilitan provisionalmente las antiguas cocheras del ferrocarril del Urola a fin de reunir en ellas el material histórico desperdigado por toda la geografía vasca.
El 20 de Enero de 1.992 se procede a la inauguración de la primera fase del Museo. Dos salas de exposiciones, biblioteca, salón de actos y periódicas circulaciones de trenes de vapor son un anticipo de lo que en breve sería el museo, ya que meses más tarde comienzan las obras de la segunda, y definitiva, fase del Museo.
Mientras las obras recuperan como espacios expositivos las viejas cocheras y la subcentral transformadora, continuaba la recuperación y preservación de vehículos ferroviarios históricos así como de otros elementos como la valiosísima colección de relojería ferroviaria reunida por D. Jesús Minguez.
Por fin, el 4 de Octubre de 1.994, quedaba inaugurada la segunda fase del museo que a grandes rasgos es la que hoy se puede visitar.
El final de las obras no ha supuesto sin embargo la conclusión del Museo. Al contrario, se ha proseguido en la labor de recuperación y restauración de piezas históricas. También está previsto prolongar en breve las vías de circulación de su material histórico hasta el próximo Balneario de Cestona.
Desde estas líneas no nos cabe más que invitar a visitar este interesante Museo, tal vez poco conocido en Gipuzkoa, pero considerado como uno de los mejores en su género a nivel europeo.